Gulf Pine Catholic

4 Gulf Pine Catholic • August 4, 2023 POR EL OBISPO LOUIS F. KIHNEMAN III Obispo de Biloxi Mi quinta y última columna de la serie sobre El Año de la Eucaristía en la Parroquia se centra en el “Envío Misionero”. El teólogo Hans Urs von Balthasar dice: “Lo bello detiene al espectador en seco y luego siembra dentro de él el deseo de hablar a otros de lo que ha visto”. ¿Qué es más hermoso que el amor que el Padre nos demostró al enviar a su único Hijo amado, Jesús, para salvarnos cuando aún éramos pecadores? ¡Jesús cruci- ficado, sepultado, resucitado y ascendido! Jesús que nos dio su cuerpo y su sangre como sacrificio perpetuo para que también nosotros podamos participar en su sacrificio y en su resurrección. Cuando comenzamos a sentir este amor transformador, incondicional e intermi- nable, ¡debería detenernos en seco y obligarnos a com- partir la belleza que estamos experimentando! Debe facilitar: “Id, pues, y haced discípulos a todas las nacio- nes, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y he aquí, yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19- 20). La palabra “Evangelización” no fue escuchada con frecuencia por los católicos en años pasados. Crecí en una época en la que la mayoría de las personas en nuestras comunidades y lugares de trabajo eran pre- dominantemente cristianos, especialmente en el Sur. Ese tiempo de la “Cristiandad” ha pasado. Los tiempos que vivimos ahora son de “Misión Apostólica”, lo que significa que estamos viviendo una vez más en un mundo similar a los tiempos de los Apóstoles donde los cristianos son la minoría y el mundo secular es hostil a nuestra fe. ¿Por dónde empezamos cuando se trata de la evan- gelización? Si has estado siguiendo mis homilías, columnas o has leído Missio Nostra, ¡sabes la respuesta a esta! Comencemos por hacer crecer y fortalecer nues- tra propia fe para que como nos dice San Pedro en su primera carta a los cristianos sobre la dificultad de vivir la vida cristiana en un mundo secular hostil y con valores diferentes: “Estad siempre dispuestos a dar razón a todo el que os demande razón de vuestra espe- ranza, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia, manteniendo limpia la conciencia…” (1 Pedro 3:15- 16). (1 Pedro 2: 11-4: 11 está escrito para “El cristiano en un mundo hostil” y es bueno para leer, orar y con- templar). Ser capaz de contar TU historia de fe ~ para dar la razón de tu esperanza en Cristo. Esto a veces puede parecer más fácil para los conversos a la fe que tienen ese “¡Eureka!” momento y son capaces de articular cuándo se dieron cuenta de quién es Jesús y lo que hizo por todos nosotros que iniciaron su viaje. Para muchos católicos de cuna, puede ser la historia de fe “que siem- pre ha estado ahí” alimentada por nuestras familias, que Obispo Kihneman creció como nosotros y la reclamamos como nuestra en la Confirmación, o a veces es más tarde cuando nos damos cuenta de que nuestra fe es nuestro propio camino y no solo algo que nuestros padres esperan de nosotros. Y para muchos de nosotros, nuestras historias se encuentran en algún punto intermedio. Tómate unos momentos para recordar cuándo reci- biste los Sacramentos de Iniciación y trae a tu mente y corazón lo que significa para ti tu Bautismo, recibir a Jesús en la Eucaristía y los dones del Espíritu Santo. Piensa en las personas, los retiros espirituales, los acon- tecimientos de la vida, a lo largo del camino que te acercaron a Cristo o te llevaron a encontrarte con Cristo. Piensa en lo que ha sido tu fe para ti en las alegrías y las luchas de vivir y superar las tristezas que se nos presenten. Este es un lugar para comenzar su historia de fe. Ore para que el Espíritu Santo le ayude a compartirlo. A medida que crecemos en la fe, nuestra historia de fe también crecerá. Cuando se trata de compartir nuestra fe en la Eucaristía, que durante la Misa Jesús se nos haga pre- sente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, en la apari- encia del pan y el vino puede ser difícil de explicar, especialmente para aquellos que aún no creen. Incluso algunos de los discípulos de Jesús tuvieron dificultades para aceptar la enseñanza de Jesús en el Discurso del Pan de Vida en el evangelio de Juan, y cuestionaron quién podría aceptarla. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo puede éste darnos [su] carne para comer?” (Juan 6:52). Entonces muchos de sus discípulos que estaban El Año de la Eucaristía en la Parroquia (Parte 5) -- Envío Misionero escuchando dijeron: “Esta palabra es dura; ¿Quién puede aceptarlo? Jesús, sabiendo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: “¿Esto os escandaliza?”. (Juan 6:60-61). Algunos de sus discípulos lo dejaron y regresaron a su forma de vida anterior. ¡Gracias a Dios que los Apóstoles continuaron teniendo fe en Él, y esta ense- ñanza se hizo tangible en la Última Cena! Como resultado de esto, muchos [de] sus discípulos volvieron a su forma de vida anterior y ya no lo acom- pañaron. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Maestro, ¿a quién iremos? Tu tienes las palabras de la vida eterna. hemos llegado a creer y estamos convenci- dos de que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:66-69). Un avance rápido hasta un estudio de Pew de 2019 encontró que solo un tercio de los católicos creen que la Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre reales de Jesucristo. Muchos de nosotros estamos experimentan- do esto en nuestras propias familias; miembros de la familia alejándose de la Eucaristía, alejándose de la Misa, o incluso alejándose de la fe. Esta es una de las razones por las que la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos lanzó el Avivamiento Eucarístico Nacional, para restaurar la comprensión y la devoción a la Eucaristía, que es la fuente y cumbre de la vida cristiana (Lumen Gentium, #11). A menudo es más difícil compartir nuestra fe con la familia que compartirla con un extraño. Podemos enfrentar el desinterés o incluso la hostilidad de amigos y familiares. ¡Perseverar! Levanta al incrédulo en oración a nuestro Señor y pídele que se revele a él. Además, ore al Espíritu Santo para que le revele a alguien a quien debe acompañar en la fe. A veces se necesita su testimonio apasionado y, a veces, una lla- mada suave que atraiga su curiosidad los hará avanzar. Santa Ángela de Foligno dijo: “Si nos detuviéramos un momento para considerar atentamente lo que sucede en este Sacramento, estoy segura de que el pensam- iento del amor de Cristo por nosotros transformaría la frialdad de nuestros corazones en un fuego de amor y gratitud”. ¿Cómo damos las gracias apropiadas a Dios por el don de Su hijo en la Eucaristía? El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que la “Eucaristía nos compromete con los pobres. Para recibir en verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos”. (CC 1397) Las Obras de Misericordia Corporales se basan en las enseñanzas de Cristo y son la expresión perfecta del amor y la gratitud eucarísticos. • Alimenta al hambriento. • Dar de beber al sediento. • Vestir al desnudo. • Visitar a los encarcelados. VER COLUMNA EN ESPAÑOL DEL OBISPO, PÁGINA 12

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